Mindfulness es prestar atención de manera intencional al momento presente, sin juzgar. Por lo tanto cuando hablamos de mindfulness nos referimos a dos capacidades que todo el mundo tiene: atención y consciencia.
La manera de llevar el mindfulness a la práctica es la meditación. Hay muchas maneras de meditar, pero no todas ellas entran en el ámbito del mindfulness. Las técnicas que usamos en mindfulness son unas muy bien especificadas y concretas, como la atención centrada en la respiración, el body-scan, movimiento consciente o yoga y prácticas de compasión. Lo que hacemos es dirigir nuestra atención expresamente al aquí y ahora, aceptando el momento presente y sin juzgar. De esta manera, está comprobado que nuestro cerebro se conecta más fácilmente con las sensaciones de paz y tranquilidad, gestiona mejor las emociones pudiendo conectar más fácilmente con la empatía, el reconocimiento y la aceptación.
Esto es importante en los distintos ámbitos de nuestra vida. En el ámbito de la salud mindfulness ha probado tener un enorme éxito complementario a la medicina tradicional en trastornos como el dolor crónico, fibromialgia, TDA, depresión, cáncer, embarazo y parto, etc.
Si pensamos en el trabajo, un directivo que practique mindfulness puede responder a la vorágine de estímulos sin perder los nervios y manteniéndose centrado en todo momento. Puede actuar desde la consciencia y no desbordado por lo emocional, por lo tanto podrá calcular la opción más conveniente a corto, medio y largo plazo manteniendo la calma y el control, pensando en la mejor solución para todas las personas implicadas y no sólo para sí mismo o la empresa.
Mindfulness nos ayuda a trabajar nuestra aceptación de estas circunstancias vitales, cualesquiera que sean, sabiendo que lo único que está garantizado en nuestra vida es el constante cambio.