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“No sé cómo salir de una relación tóxica” fue lo primero que dijo Andrea cuando pregunté ¿cuál es el motivo de tu consulta?

 

“He pasado 10 años de mi vida ciega, en una relación con un hombre que ha pasado por muchos traumas…y lo peor, es que de algún modo siempre me siento o él me hace sentir culpable por todo lo que él ha vivido, o termino pagando yo sus frustraciones. Aunque trato de ayudarlo, yo también arrastro mis dolores, mis miedos, inseguridades y nunca lo he utilizado como excusa o para decirle cosas hirientes. Tampoco siento que él le dé importancia a lo que yo he tenido que afrontar “.

Y continuó  “Siento que hace mucho dejé de ser la pareja para ser la madre o cuidadora. Decidí pasar a un segundo plano, ubicarme siempre detrás para que él destaque. Cada vez que tengo éxito en algo, inmediatamente  él se las ingenia para opacarlo, para minimizarlo, atribuirse él el mérito o hasta humillarme” Así inició Andrea a explicarme el motivo por el cual estaba buscando ayuda profesional”.

“Su familia es la antítesis de lo que soy yo; siempre me señalan, me critican, no sé cómo, haga lo que haga termino siendo ‘la mala’; hay envidia, hipocresía, y a mi entender algo de egoísmo:  no me siento a gusto con ellos. Y él hace caso omiso a cómo me siento, lo desestima todo y ¡listo!, como si nada hubiera pasado”, destacó Andrea.

Cuando quiero terminar pero siento que no puedo.

Ella estaba convencida que quería terminar la relación, incluso lo había intentado en otras ocasiones, pero como ella misma me confesó “somos animales de costumbre, hasta a lo malo nos acostumbramos y creo que me he acostumbrado al dolor, no logro terminar esta relación.  No sé cómo hacerlo. No sé por dónde empezar y me da pánico volver a plantearlo. Lo intento dejar a menudo pero siempre vuelvo. Al final siento que lo extraño y lo perdono porque no quiero estar sola”.

Hay que darse tiempo y permitirse dar los primeros pasos

Andrea sabía que necesitaba ayuda para entender cómo salir de una relación tóxica y comenzar el proceso de ruptura de una vez por todas. Fue entonces cuando decidió buscar ayuda profesional y me contactó.

Durante las sesiones, ella pudo expresar libremente sus sentimientos y emociones, sin temor a ser juzgada. Explorar las dinámicas de la relación y cómo estas le afectaban tanto emocional como psicológicamente. Todo su día a día se veía empañado por lo que estaba viviendo en su relación. Su vida estaba al límite de lo funcional porque no dormía bien, no se podía concentrar en su trabajo y lloraba mucho más de lo habitual.

Le propuse empezar a practicar mindfulness y un diario de escritura terapéutica. Me encanta proponer trabajo para hacer entre sesiones porque acelera mucho el proceso y fomenta la autonomía. A ella le gusta mucho escribir y sentía mucho alivio volcando sus experiencias en un papel, por lo que aceptó encantada.

En los procesos de terapia siempre hay una parte psico-educativa, donde conocemos cómo funciona nuestra mente, nuestras emociones y algunos juegos psicológicos, entre otras cosas. En terapia comprendió y asimiló que cada persona tiene su historia de vida, pero en ningún caso se puede responsabilizar a nuestras relaciones actuales de traumas pasados y mucho menos hacerlas blanco de una ira no resulta que no les corresponde. Conoció algunas técnicas básicas de manipulación y control.

A lo largo del proceso terapéutico, Andrea empezó a tomar conciencia de su propio valor y a reconocer las dinámicas de poder (perverso) que existían en su relación. Comenzó a trabajar en un punto crucial: el fortalecimiento de su autoestima, el autoconocimiento, el amor propio y en el desarrollo de habilidades para establecer límites saludables.

Exploramos opciones para que pudiera salir de la relación de manera segura. como buscar apoyo de amigos y familiares, informarse sobre recursos legales disponibles y establecer una red de apoyo emocional.

Que bien se siente recuperar la independencia, liberarse…

A medida que avanzaban las sesiones, Andrea comenzó a visualizar una vida sin él. Aunque había momentos en los que extrañaba a su ex pareja y tenía miedo de enfrentar la soledad, le alentaba constantemente a recordar por qué había tomado la decisión de terminar la relación.

Andrea fue recuperando su independencia y se enfocó en sus propias metas, comenzó a reconstruir su vida. Se dio cuenta de que merecía una relación basada en el respeto mutuo, el apoyo y el amor sano. A medida que su confianza y autoestima crecían, se fue liberando de las cadenas emocionales que la habían mantenido atrapada en esta relación durante tanto tiempo.

¿Alguien más ha pasado por lo mismo que yo?

Quise compartir el caso de Andrea porque constantemente recibo en mi consulta pacientes que mantienen una relación donde no les valoran, son infelices, con una pareja que ha hecho mucho daño; suelen estar invadid@s por la inseguridad, ansiedad o conductas pre-depresivas.  Tomar la decisión de alejarse de una relación con abuso, manipulación o maltrato no es sencillo.

Si te sientes identificad@ con el caso de Andrea, te aconsejo acudir a un profesional y hacer tu propio proceso de terapia con un psicólogo experimentado.

Andrea: Gracias por elegirme para acompañarte en este proceso. También he aprendido muchísimo contigo…

Disclaimer: no me gusta usar la expresión “persona tóxica” porque creo que coloca una etiqueta estigmatizante. Creo que todas las personas a veces podemos actuar de forma poco sana desde nuestros traumas y heridas de la infancia.

He decidido usar este título porque escribo el blog con la intención de ayudar a las personas y son las palabras que usamos en lo cotidiano (lamentablemente) sin pensar.

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