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La importancia de la autocompasión

Todos queremos ser felices, tener una pareja gratificante, tener salud, una vida plena, amigu@s y experiencias nutritivas. De todas estas aspiraciones, creo que sentirte realmente bien contigo misma, es de las más importantes ya que te ayudará a valorar a las demás. Y aquí es donde se hace necesario hablar de autocompasión.

Muchas veces pensamos que tenemos que trabajar más duro, tener más fuerza de voluntad, ser más positivas y aumentar nuestra autoestima. Sin embargo, desde el enfoque de Mindfulness centrado en la Compasión, se está señalando que si bien mejorar la autoestima puede ser un camino hacia una mayor confianza, también tiene sus trampas.

 

¿Qué es la autocompasión? 

Autocompasión implica tratarte a ti misma con respeto y amabilidad, sin autoexigencias excesivas ni autocastigarte con culpa y reproches por los errores cometidos. Se trata de mostrar bondad hacia tí misma cuando estás luchando, fallando o notando algo que no te gusta de ti. La autocompasión no se trata de estar a la altura de las expectativas, sino de cómo nos tratamos cuando no nos va como quisiéramos.

Al cuidar y expresar preocupación por ti misma durante los momentos difíciles, puedes perseverar y crear cambios con más motivación que actitud de auto-reproche. Sin embargo, esto no es tarea fácil. Tendemos a ser más amables con los demás que con nosotrxs mismxs. Somos jueces implacables a la hora de sentenciar nuestras deficiencias y supuestos errores.

La buena noticia es que la compasión y la autocompación, son habilidades que se pueden cultivar con meditaciones sustendadas en un cuerpo teórico sólido que nos brida la CFT (Compassion Focused Therapy).

 

Cómo practicar la autocompasión.

Estas tres pautas sencillas te crearán una comprensión más profunda de la autocompasión y te ayudarán a tratarte mejor.

  1. Pregúntate: ¿Qué necesito?

Esta es la pregunta que guía toda la agenda de cultivo de la autocompasión. Digamos que no cumpliste con una fecha límite y estás siendo muy dura contigo misma. En lugar de caer en un diálogo interno dañino, identifica lo que necesitas. Por ejemplo: requieres dedicar más horas, por lo tanto debes dejar los niños con una canguro; escribir listas de tareas a diario para cumplir los objetivos. Esta indagación proporciona recursos y herramientas para el cambio, y eventualmente genera confianza en ti misma a medida que eres capaz de aprender y crecer.

En lugar de lo que habitualmente creemos y hacemos, tratarnos mejor nos da más ánimos para avanzar, a diferencia de los reproches que nos dejan hundid@s y sin energía.

2. Pon una mano en tu corazón.

Tocarse el corazón es la experiencia más utilizada, simple y fisiológicamente transformadora hacia la autocompasión. Es probable que ya lo estés haciendo; cuando recibes malas noticias, ¡puedes ponerte la mano en el corazón instintivamente!. Este contacto personal reduce los niveles de cortisol.

3. Averigua cuándo “no lo tienes en ti”.

Identifica los momentos en los que te falta autocompasión. Por ejemplo, ¿surge un diálogo interno negativo cada vez que peleas con tu pareja? Centrarte en la bondad hacia ti misma, puede empujarte hacia el tipo de cambio que estás buscando.

 

Cómo practicar el diálogo interno positivo

La forma en que te hablas a ti misma puede alimentar la compasión, pero lograr un diálogo interno positivo no es simplemente decirte y repetirte: ¡Todo está bien! Entonces, ¿cómo cambiar el guión de este diálogo? Toma en cuenta estos dos puntos:

  • Practicar una meditación

Una de las formas más habituales que usamos para cultivar la autocompasión es hacer esta meditación. Primero, concéntrate en los errores que te han estado molestando últimamente, luego descubre dónde tienden a terminar las emociones relacionadas con ellos en tu cuerpo, como por ejemplo: tensión en el cuello o en los hombros.

Ahora, permite que esos sentimientos se asienten en tu cuerpo en lugar de rechazarlos. Se trata de observar y no de rechazar, cambiar o corregir. Esto te permite entrar en contacto con el sufrimiento causado por tus críticas o la falsa creencia de que tienes que ser perfecta.

  • Reemplazar la palabra “debería”

¿Sueles colocar un “debería” sobre ti mismo? ¡Debería haber hecho o no haber hecho esto! Es una forma común de autocrítica solapada y no es exactamente autocompasiva. Por eso, intenta sustituir tus deberes por cualquier cosa que fomente la curiosidad. Por ejemplo: ¿Podría haber tomado esta decisión en lugar de esto? o me pregunto: ¿qué me detuvo más esta semana? La curiosidad definitivamente es más amable y más productiva que el deber.

Espero que este artículo te haya gustado y que hagas uso de estos consejos. Me encantaría saber qué tal te va con ellos cuando los pruebes.

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